Así, en la noche del 14 de mayo, Pedro Juan Caballero, Vicente Ignacio Iturbe y otros compañeros se apoderaron del cuartel de la plaza, que estaba a cargo del oficial de guardia Mauricio José Troche; intimaron al gobernador Velazco, pusieron en libertad a más de 30 presos políticos y así iniciaron la revolución.
El pueblo y las tropas invadían la plaza al grito de “Viva la unión” y, en la madrugada del 15 de mayo, el capitán Caballero exigió a Velazco la entrega de todas las armas, la admisión de dos diputados adjuntos al gobernador, la separación de los funcionarios españoles y de todos los miembros del Cabildo, que ningún buque saliera de Asunción y que el emisario portugués José de Abreu no abandonara la ciudad.
En principio Velazco trató de resistir la imposición, contestó en términos vagos la petición de los revolucionarios y negó rotundamente acuerdo alguno con Abreu, pero luego se dio cuenta de la inutilidad de su resistencia y optó por aceptar las condiciones impuestas.
Al atardecer del 15 de mayo fue izada la bandera paraguaya y veintiún cañonazos saludaron el triunfo de la revolución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario